El Fin del Mundo | Fait accompli

May 20, 2008 § 9 comentarios

LA AAO SE DECLARA oficialmente aburrida del Fin del Mundo. Su versión canónica viene siendo utilizada desde 1945 para mantenernos encogidos de miedo a la Mutua de la Destrucción Asegurada y en gimoteante servidumbre a nuestros políticos superhéroe (los únicos capaces de manejar la mortífera kriptonita verde)…

Qué significa haber inventado una forma de destruir toda la vida en la tierra? Poca cosa. Hemos soñado esto como un escape de la contemplación de nuestras propias muertes individuales. Hemos creado un emblema para que sirva de reflejo especular a una inmortalidad descartada. Como dictadores dementes nos embriagamos con el pensamiento de llevárnoslo todo con nosotros al Abismo.

La versión extraoficial del Apocalipsis implica una lasciva añoranza del fin, y de un edén post holocausto donde los Survivalistas (o los 144,000 Elegidos del Apocalipsis) puedan permitirse orgías de Histeria Dualista, interminables confrontaciones finales con un mal seductor…

Hemos visto el fantasma de René Guenon, cadavérico y tocado con un fez (como Boris Karloff en el papel de Ardis Bey en La momia) conduciendo una funérea banda no wave de ruido industrial con estentóreos cantos zumbones de mosca para los muertos de la Cultura y el Cosmos: el fetichismo elitista de patéticos nihilistas, la autorepulsión gnóstica de los intelectualoides «post sexuales».

¿Acaso no son estas terribles baladas simples reflejos de todas las mentiras y tópicos sobre el Progreso y el Futuro, retransmitidas desde cada altavoz, zapeadas como ondas cerebrales paranoicas desde cada libro de texto y TV del mundo del consenso? La tanatosis de los Milenaristas a la Ultima supura como podre desde la falsa salud de los Paraísos de Consumidores y Trabajadores.

Cualquiera que sea capaz de leer historia con los dos hemisferios del cerebro sabe que un mundo se acaba a cada instante -las olas del tiempo sólo dejan al retirarse secos recuerdos de un pasado cerrado y petrificado- memoria imperfecta, ya moribunda y otoñal. Y cada instante ve nacer también un mundo -a pesar de las confutaciones de filósofos y científicos cuyos cuerpos se han vuelto insensibles- un presente en el que todas las imposibilidades se han renovado, donde la culpa y la premonición se desvanecen en presencia de un hologramático gesto psicomántrico.

El pasado «normativo» o la futura muerte calórica del universo significan tan poco para nosotros como el PIB del año pasado o la disolución del Estado. Todos los ideales pasados, todos los futuros que aún no han pasado, simplemente obstruyen nuestra conciencia de presencia vívida total.

Ciertas sectas creen que el mundo (o «un» mundo) ya ha llegado a su fin. Para los Testigos de Jehová ocurrió en 1914 (sí amigos, ahora estamos viviendo en el Libro del Apocalipsis). Para ciertos ocultistas orientales, ocurrió durante la Gran Conjunción de los Planetas en 1962. Joaquín de Fiore proclamó la Tercera Era, la del Espíritu Santo, que reemplazaba a las del Padre y el Hijo. Hassan II de Alamut proclamó la Gran Resurrección, la inmanentización del escatón, el paraíso en la tierra. El tiempo profano se acabó en algún momento de la alta edad media. Desde entonces hemos estado viviendo en tiempo angélico; sólo que la mayoría de nosotros no lo sabe.

O adoptar una posición monista aún más radical: el tiempo nunca empezó en absoluto. Caos nunca murió. El Imperio jamás se fundó. Ni ahora ni nunca hemos sido esclavos del pasado o rehenes del futuro.

Sugerimos que el Fin del Mundo sea declarado un fait accompli; la fecha exacta no importa. Los Ranters en 1650 sabían que el Milenio sobreviene ya en cada alma que despierta a sí misma, a su propia centralidad y divinidad. «Alégrate, criatura compañera», era su saludo.;Todo es nuestro!»

No quiero parte en ningún otro Fin del Mundo. Un muchacho me sonríe en la calle. Un cuervo negro se sienta en un árbol de magnolia rosa, graznando mientras el orgón se acumula y descarga en un microsegundo sobre la ciudad… empieza el verano. Puedo ser tu amante… pero escupo en tu Milenio.

Comunicado número 4 de la Asociación de la Anarquía Ontológica.
Post-Primavera 1986.

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